Las aventuras de Lucca la loca, comienzo de la vida ¿Tranquila?

Por fin continuamos con la historia de Lucca y sus aventuras. Podéis leerla completa en los siguientes enlaces:

1. Bienvenida a casa
2. El embarazo
3. El parto
4. Los cachorros

Locura transitoria

Una vez que los cachorros crecieron y fueron a sus respectivas casas de adopción, Lucca seguía teniendo leche, por lo que tuvimos que darle unas pastillas para cortarla.

Aunque quedaba una cachorrita en casa, Lana, Lucca tenía demasiada leche para ella sola, que además ya comía pienso.

Unos días después de empezar el tratamiento, comenzó la locura. Lucca suele tener habitualmente arrebatos de carreras y saltos, pero esos días su locura estaba multiplicada por 100. No paraba quieta ni un segundo. Corría, saltaba, se comió su arnés, la bolsa porta golosinas que llevábamos… Además, empezó a escaparse en la calle, corría como una loca y no nos hacía ni caso, por lo que decidimos que por el momento no podíamos soltarla.

Tras un par de días así, decidimos preguntar a nuestra veterinaria si esto era normal y, efectivamente, no lo era. Las pastillas para cortar la leche le habían producido hiperactividad.

Tuvimos que sustituirlas por tortillas de perejil. Esto, unido al efecto que habían tenido ya las pastillas, consiguió que terminase de producir leche.

Lucca la escapista

Una vez solucionado esto y tras encontrar adopción para Lana, nos fuimos con Lucca a Zarautz a pasar un fin de semana y aprovechamos para llevar a Lana a su nueva casa.

En Zarautz descubrimos las dotes escapistas de Lucca. Cuando estábamos en pleno centro de la ciudad, se saco el collar y echo a correr por las calles… y nosotros detrás. Todo un show, vamos.

A partir de ese momento, y tras probar otros arneses con resultado parecido (Lucca echando a correr y nosotros con cara de tontos y la correa y el arnés en la mano) descubrimos que los únicos que no se podía quitar era el arnés antitirones y los collares martingale; y con ellos seguimos.

Otro susto más

Con todas estas emociones, hiperactividad, escapes… ya habían pasado dos meses desde el parto, pero Lucca seguía sangrando.

Como la estelización era algo que teníamos clarísimo, por las muchas razones que os he contado otras veces, nuestro veterinario recomendó hacerla cuanto antes y averiguar así de donde venía el problema: Lucca tenía la matriz infectada, de ahí que las hemorragias no parasen.

La operación fue todo un trauma para Lucca. Cuando empezaba a despertarse tuvieron que darle un tranquilizante porque se puso tan nerviosa que, aun con medio cuerpo dormido, no hacía más que llorar e intentar moverse.

Una vez que llegamos a la consulta se calmo. La llevamos a casa y estuvo 12 horas sin moverse del sitio. No salía de su cuna y se negaba a andar.

Cuando intentamos sacarla a la calle a la mañana siguiente, se negó. La cogimos en brazos, pues tenia que hacer pipi para eliminar la anestesia, y la sacamos al parque más cercano. Tal cual la dejamos en la hierba tumbada así se quedo, hasta que la volvimos a llevar a casa.

Tras todo un día así, por fin conseguimos que saliera por su propio pie. Hizo pipi y volvió corriendo a casa. Y así durante tres días.

Como Lucca es muy nerviosa, en la operación le dejaron los puntos internos. Aún así, no paraba de chuparse y tuvimos que ponerle el collar isabelino, que le duro más o menos los dos minutos que se quedo petrificada. Después de eso, comenzó a dar saltos y correr, como los búfalos de rodeo, y aprendió a quitárselo en cinco minutos.

Por eso ingeniamos este sistema con una camiseta. Le hicimos un nudo en la espalda para ajustarla y que tapase la cicatriz, y así de moderna y estilosa pasó la recuperación.

Como veis, la tranquilidad no llego después del parto ni la adopción de los cachorros. Dentro de poco os contaré cómo Lucca empezó a mostrar sus miedos y cómo los superamos.

¡Espero que os haya gustado!